Se acercan las elecciones. Elecciones, esa palabra que hace que los demócratas eyaculen de placer, la fiesta de la democracia. Esa fecha clave en la vida de los ciudadanos que con su voto pueden ejercer su poder...en fin, todas esas tonterías que nos han ido inculcando desde nuestra más tierna infancia. Disfrazando de libertad y otras palabras bonitas el ejercicio de un derecho que únicamente perpetúa el sometimiento de la mayoría a una élite iluminada.
No solo nos instan al voto, sino que para más inri nos bombardean con memeces para que votar sea la única opción, da igual a quien votes...¡pero vota!
Durante otros cuatro años (o los que se tercien) gobernará “la derecha” para que cuando ya estemos hartxs, en vez de despertar, hagamos ascender “a la izquierda”. Y así ad eternum, perpetuando un bucle en el que nos dejamos engañar por la misma basura que se esconde tras distintos eslóganes.
Pero la solución es muy sencilla. No votes, no entres en su juego y demuéstrales tu disconformidad. Hazles saber que el único poder reside en nosotrxs y que para nada les necesitamos. Haz un ejercicio de pensamiento crítico . Desconecta de la televisión y su basura. Piensa en lo que quieres para ti, para tus hijxs, para la humanidad y si esos objetivos están dentro de un programa electoral.
No hagas el juego a un grupo de personas que a los únicos que sirven es a la cada vez más poderosa burguesía financiera. Seamos conscientes de que nosotrxs mismos somos los que mantenemos este régimen de servidumbre voluntaria.
Hagamos que por una vez la jornada de reflexión sea eso, una jornada de reflexión.